LAs vacaciones fueron lindas, pero tuvieron de todo un poco. Viajar con un bebé es completamente diferente a viajar solos.
Ejemplos:
- antes: me recorría todo el free shop de los aeropuertos, renegaba por las esperas, me probaba cuanto perfume encontraba, etc, etc

- ahora: no me alcanzaban las manos para cambiarle los pañales (quién fue el genial arquitecto que diseñó los cambiadores en los aeropuertos? Nunca cambió su hijo seguramente!), los tiempos no me daban para ir de un avión a otro, darle la comida, la leche en polvo se reventó en la valija de mano gracias a la simpatica policía que nos hizo abrirla para revisarla y cerró luego a presión.... etc, etc.
- antes: no me habia dado cuenta la cantidad de obstáculos para cochecitos o sillas de ruedas que hay en este mundo.
- ahora: Ezeiza: primeros 10 segundos escuchamos frases como : "el ascensor no anda", "no puede cargarlo usted al bebé y que su marido ( con ya 4 bolsos de mano, hecho un ekeko ) desarme el coche y lo lleve hasta el avión?. No hay personal". Gracias a un piadoso pasajero llegamos al avión. Fue un sufrimiento.
Pero el viaje de vuelta se llevó los laureles: de las 12 horas que dura el vuelo intercontinental, Tobias durmió escasas dos horas. Las 10 restantes se pasó pelando conmigo o su papá por querer tirarse de cabeza de la cunita, treparse sobre nosotros para ver qué hacian los que iban sentados atrás, o saludar a los 329 pasajeros con un AHHHH, UHHHHH, TAAAA..... y no parar hasta que no le devuelvan el saludos.
Anécdotas tengo como para escribir un libro. Recomiendo a quienes viajan con bebés que lo hagan antes que cumplan 7 meses..... es más tranquilo.
Uf... fin de mi pausa... alguien me llama: uhhhhhh,tahhh..... ya saben... en cualquier momento vuelvo
PD: foto ilustrativa, sacada de internet!